En un rio de
aguas cristalinas donde las aguas corren un tramo sereno y entre rocas otro
tramo turbulento, nadan los peces de distintos tamaños. Pequeños, medianos,
grandes, gordos, delgados, todos se desplazan libremente por las bondadosas
aguas que nos da la naturaleza, pura y saludable, fría y cristalina, impresionante e inmensas corrientes que
causan grandes sentimientos que nos hacen reflexionar y meditar sobre la
grandeza de este planeta tierra. El rio te invita a nadar en sus aguas con solo
mirarlo, es una delicia codiciada por todos los seres, sus causes, rocas, la
vegetación inmensa que bordea sus orillas, arboles inmensos de gran altura.
Hermosa naturaleza que nos brinda el creador.
Un canto
lejano, constante y profundo llega a nuestros oídos producidos por aquellas
corrientes de aguas cristalinas que nos
dejan ver aquella variedad de peces que se mueven ágilmente dentro de aquel
torrente indomable.
A lo lejos
un joven pez, fornido, lleno de vida, parecía cantar y expresar el valor
inmensurable que para el representaba aquel gran rio, la nostalgia que le
causaba el tener que dejar aquella inmensa naturaleza prodigiosa que le daba
tantas satisfacciones y parecía que le pedía al rio repetidas veces que nunca
lo olvidara, que el lo quería con todo frenesí hasta la locura., que era
irresistible para el la vida sin sus aguas cristalinas hasta llegar a dar la
vida, toda su sangre por mantenerse siempre dentro de su inmensidad. No
volvería jamás a morder el anzuelo que una vez casi lo deja sin vida.
Hecho ya un
grande e inmenso pez, quizás el más grande pez
de aquel grandioso rio, tan grande creció que a veces parecía que el rio
se le hacía pequeño cuando surcaba algunos tramos rocosos y se deleitaba
enormemente cuando llegaba a los pozos de agua más abiertos y grandes que aquel
rio poseía en su cauce. Y por donde transitaban también peces de distintos tamaños
y edades que parecían orgullosos de navegar al lado de
aquel pez grande.
Una tarde de
primavera, cuando todo parecía en calma, un dia hermoso, cuando todos los peces
nadaban libremente por las cristalinas aguas de aquel rio, chapoteando con sus
aletas alegremente en el peregrinar de su trayectoria se observo algo increíble:.
Un gran pez,
quizás el más grande pez jamás visto en aquel tramo del rio se retorcía y
agonizaba en un lugar pequeño, delgado y poco profundo del rio. Parecía que el
rio se le había hecho pequeño y no podía tomar de sus aguas cristalinas
suficiente cantidad para sobrevivir. Pero no era cierto, a su alrededor
tropezaban y lo empujaban los pequeños y medianos peces como tratando de
llevarlo al pozo de agua que se encontraba a escasos metros del sitio. Y asi
fue. Una vez en el pozo, ancho y profundo el pez continuaba con sus
contorciones y desesperado abría la boca para tomar el agua que necesitaba para
respirar…..pero no podía succionarla y en su esfuerzo emitía grandes sonidos de
desesperación que impresionaban a todo el que observaba aquella escena grotesca
e increíble de ver los esfuerzos inútiles de aquel pez, que aun disponiendo de
todas las bondades que la naturaleza le ofrecía y le dio durante toda su vida ahora perecía que
irremediablemente ella no podía salvar al más grande pez que habían producido
sus entrañas, de aquella tragedia
Ese gran
pez, con toda su inmensa fuerza, sus grandes dotes, que en sus días más
fructíferos quizás se engulló gran cantidad de peces pequeños de su especie y de otras especies, que nado
libremente por las aguas cristalinas más hermosas del planeta y las disfruto
plenamente a todas sus anchas, había llegado a su fin. Le llego la hora, le llego
su sábado. Lo atrapó el anzuelo de la muerte. Peces de su misma especie y de
otras especies y las pirañas del rio lo morderán, devoraran y se lo comerán en su estado inerte,
llevándoselo, acompañándolo hasta dejar solo su esqueleto vagando por el
inmenso rio a merced de las turbulentas aguas cristalinas de aquel inmenso rio.
Llego a su fin, sin que otras especies del planeta lo lograran pescar para sus
aposentos y grandes banquetes. Murió de muerte natural aunque en su plenitud de
condiciones y a una edad temprana. Se lo llevó el espíritu de quien lo trajo. Se
lo llevó el espíritu de quien ultrajó. Se lo llevó la maldición de un pueblo
sagrado. Se lo llevó la pelona. Se lo llevó su lengua. Se lo llevaron sus
enemigos. Se lo llevaron los muertos en su haber.
Allá en el
cielo (o en el infierno) se escucha una
revolución que cantan los que se han ido. Aquí no se pudieron lograr los
objetivos, quizás allá, los esqueletos o espíritus logren al fin obtenerlos. Está por verse en
el mañana las cosechas de a 10,50 y 100 por ciento de las semillas que se sembraron.
(Siempre
será a la manera de DIOS y no a la nuestra.)
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