DE TI ….SOLO ME QUEDA
EL RECUERDO
Era morena de ojos verdes, alegre
y juguetona, muy de su casa, adolescente aun, con sentimientos a flor de piel,
deseosa de decir cosas, de hablar y expresarse libremente. Quizás tendría 16
años. Era hermosa, femenina y muy valiente, de sonrisa amplia y agradable.
Amable y servicial con muchas ganas de dar amor y de recibirlo, enamorada hasta
lo mas profundo de su ser, a punto de explotar y decir a los 4 vientos “Te amo
con todo mi corazón”. Su mirada la delataba, la dejaba desnuda ante los ojos de
él. Cada día era mas fuerte aquella atracción, era insoportable, cada tarde, a
tempranas horas vespertinas y antes de caer el atardecer ya estaba presta,
arreglándose, asomándose por la ventana, esperando verle venir, aun sabiendo
que el motivo de la visita de aquel muchacho tímido era por la amistad que
mantenía con uno de sus hermanos y su actitud no mostraba ni la mas mínima
muestra de interés en ella, y aun así, ella lo esperaba con una amplia sonrisa
y lo recibía con palabras cariñosas, quizás esperando que el se diera cuenta,
se percatara de su interés. Y no era que el muchacho no lo notaba, él lo
percibía plenamente, era muy evidente aquella manifestación de cariño,, amor y
deseo profundo. Aquella invitación a sentarse cuando él llegaba, brindándole la
silla que ella ocupaba y el atrevimiento de ella de sentarse en sus piernas
aprovechando que estaban solos , en expresión espontanea que despejo las dudas
de su desenfrenado deseo por sacarlo de su timidez y de su miedo a expresarle y
manifestarle sus sentimientos hacia ella. ¿Que lo intimidaba a ser tan
prudente? ¿Por que no respondía con la misma pasión que ella le demostraba? Las
razones parecían deberse al respeto de la amistad con su hermano quien tenía un
carácter fuerte y dominante y reflejaba un cierto machismo cuando se dirigía a
ella en un tono imperativo, quizás por que percibía la atracción de ella hacia
el joven amigo y también como una condición heredada de su padre quien fue un
militar asimilado del ejercito de la década del 40 y 50, quien convivía con
ellos y siempre estaba atento a todo lo que conversábamos en grupo. Era un
hombre grande y corpulento, ya de unos 60 años y siempre portaba unos lentes
muy oscuros aun cuando fuera de noche ya que según él, la vista se agudizaba y
se mantenía más clara y saludable en la vejez. En su cintura, siempre portaba
una pistola que lo hacia sentir mas seguro, preparado y atento a cualquier
situación inesperada que pudiera presentarse, lo cual hacia sentir muy
orgulloso a sus hijos varones, quienes siempre comentaban el hecho como algo
digno de los valores familiares y como una condición de respeto al viejo
militar. En muchas ocasiones, el viejo militar nos entretenía con sus historias
y cuentos militares, pero era un hombre de pocas palabras y muy serio que mas
bien gustaba de observarnos y escuchar nuestras charlas juveniles.
Los hechos….
Algo estaba pasando aquella tarde
cuando el joven llego de visita como de costumbre. Todos estaban adentro de la
casa y se percibía como una discusión familiar entre los hermanos varones
contra la muchacha. Cuando el joven se percato de esta situación trato de
devolverse y retirarse, pero la voz del amigo lo detuvo, invitándolo a pasar.
El joven accedió un poco apenado ya que gustaba poco de estas situaciones de
discusión por su condición de timidez y por querer ser prudente y no
inmiscuirse en problemas que no le competían. Dentro de la sala se encontraba
el viejo militar sentado en su silla mecedora y con su acostumbrado aspecto
serio, el amigo del joven y otro hermano que poco participaba de las reuniones
y tertulias que se acostumbraban hacer cuando el joven les visitaba. Muy seria
y con cara afligida estaba ella, erguida y muy desafiante, su aspecto reflejaba
que había llorado mucho y que algo grave había ocurrido entre ellos. Todos la
miraban y escrutaban como desafiándola por algo que ninguno estaba dispuesto a
tolerarle, solo su madre, quien observaba y escuchaba desde la cocina, se
mantenía con la mirada baja y apenada por la presencia del joven. La tarde
lucia pesada, los arboles no se movían, todo parecía de color gris, el jardín,
las paredes, el techo, toda la casa entera reflejaba un malestar y un trágico
momento. El joven percibió que algo con él estaba a punto de rebelarse y no se
equivocó, aun que nunca pasó por su mente de que se trataba aquello, respiró
profundo, cruzo una mirada con todos los presentes, principalmente con ella que
parecía que intentaba decirle o transmitirle algo, pero era imposible saber de
que se trataba. Muy serio, el amigo del joven y hermano de la muchacha, con su
característico carácter imperativo y autoritario rompió el silencio y sin
ninguna explicación ni delicadeza en el trato para con su hermana, le pregunto
al joven amigo: “¿Es verdad que mi hermana y tu son novios?”. A ella se le iban
a salir los ojos mirándome y el resto hacia lo propio esperando oír mi
respuesta. Nunca habían conversado ni
planteado la formalidad ni el compromiso de ser novios. El joven estaba
sorprendido sin saber que era lo más conveniente responder para desembarazarla
a ella de tan angustiante situación. Estaba claro que la discusión entre ellos
se debía a la manifiesta atracción que ella demostraba hacia el joven amigo de
su hermano y ellos, toda la familia le reclamaban esa actitud de enamoramiento
abierto que ella manifestaba, pero ¿Qué les diría ella, que les respondió ante
su reclamo? En ese momento la pregunta era obvia, era debeladora de lo que ella
les dijo quizás como salida para defenderse: “Es que nosotros somos novios”.
Todo cruzo por la mente del joven en ese instante y su instinto era minimizar
el impacto de la reprimenda que ella recibiría de acuerdo a lo que respondiera.
Nunca imagino que aquellas manifestaciones de amor y atracción con él fueran a
impactar tanto la vida de aquella familia, éramos unos adolescentes, con ímpetu
juvenil, sentimientos y pasiones de juventud, algo muy comprensible a esa edad.
Pero no, aquello era una cosa muy seria, ella era única hembra de la familia y
los planes de sus padres y hermanos para con ella parecían que eran otros. La
respuesta del joven fue tajante y rápida. Todo paso por su mente en un instante
y respondió con la esperanza de que aquella decisión seria lo mejor para ella: “No,
nosotros no somos novios”.
Sus manos se posaron en su rostro
y un llanto manifiesto comenzó a fluir de su boca como una derrota.
El devenir del
tiempo….
Desde muy jóvenes se conocían,
eran vecinos cercanos y los muchachos del barrio se reunían para jugar béisbol o fútbol callejero. El joven visitante era poco dado al juego callejero, pero
le gustaba ver jugar a los otros jóvenes. Se jugaba fuerte, béisbol o fútbol caliente, algunos pertenecían a equipos infantiles y juveniles reconocidos en
la ciudad y eso le daba categoría a los intercambios callejeros. En ocasiones,
algún entrenador de los equipos juveniles de la ciudad y vecino del sector
fungía de árbitro o réferi de los múltiples encuentros que se realizaban todas
las semanas. Por las tardes, los fines de semana se formaban las tertulias en
casa de uno u otro vecino, se jugaba domino y se compartían chistes y cuentos
del devenir del día, de los estudios y de las actividades que cada quien
realizaba y luego compartía con los vecinos y amistades. Alguno que otro
muchacho gustaba de tocar el cuatro y se cantaba en las esquinas. Era la década
de los 60, se vivían aires de libertad política y existía una efervescencia
juvenil contagiosa de los movimientos políticos y musicales nacionales e
internacionales. Cada joven jugaba como un rol protagónico en su comunidad y en
su vida particular, todos realizaban con mucho esfuerzo las tareas que la
naciente sociedad les ofrecía y esperanzados se lanzaron a conquistar un espacio en el mundo que tenían por delante.
Así, compartiendo esos momentos fue como hicieron amistad aquellos jóvenes que
llevaban rumbos diferentes, actividades y carreras distintas, pero que
compartían esperanzas y oportunidades futuras en el devenir del tiempo. En
muchas ocasiones, el acercamiento entre ellos también se debía a alguna
necesidad alimenticia que uno podía ofrecer al otro, lo cual era aprovechado
sin que se viera como una carencia del otro, sino como un cumplido.
Varios días transcurrieron
después de aquella penosa visita del joven
a aquella familia. No tenía valor para acercarse nuevamente hasta su
casa, ni aquel amigo volvió a buscarle más desde entonces. La incertidumbre de
saber que había ocurrido después de aquel incidente le rondaba en la mente,
pero más lo perseguía pensar en el castigo que la joven muchacha pudo haber
recibido de aquellos padres y hermanos que vieron aquella manifestación de ella
como un delito o falta grave. No resistía más seguir esperando, tenía que tomar
una decisión, ir hasta la casa del amigo y averiguar muy prudentemente que
había pasado con ella. Sin darse cuenta, estaba enamorado, profundamente
enamorado de aquella muchacha, inconscientemente estaba sufriendo, hasta
llorando. Quería verla y abrazarle y besarle y pedirle perdón por negar lo que
ella le dijo a sus padres y hermanos aquella tarde. Quería ponerse al lado de
ella y gritarle a todos que se amaban, que si eran novios y que estaban
dispuestos a decirlo a los 4 vientos. No sabia, hasta ese día, lo tan enamorado
que estaba de ella.
Nunca perdió las
esperanzas….
Fue muy duro para el. Llego a la
puerta de la casa, iría como siempre lo había hecho, de visita casual, a ver a
su amigo y conversar como siempre con toda la familia. Daria las buenas tardes
y entraría como de costumbre, saludando a todos. Puertas y ventanas estaban
cerradas, la casa estaba sola, nadie respondió a su llamado. La familia estaba
ausente desde hace algunos días le dijo un vecino. Se fueron de viaje. No saben
cuando volverán. No se despidieron ni nos avisaron. Pasaron muchos días,
semanas, meses, el tiempo de retorno no llego. El siguió su vida, su camino,
sus estudios. El amigo volvió algún día y dejo un mensaje en su casa….salúdame
al joven y dile que estuve por aquí, que
nos mudamos para otra ciudad.
Década del 70. Para el joven
vinieron otros tiempos, sus estudios se convirtieron en prioridad, vino la
graduación, el trabajo, mas estudios, mas oportunidades, la universidad,
amistades.
Década del 80. El encuentro
casual entre los amigos se produjo al fin. Vivimos en otra ciudad. Mi hermana
se caso, esta gorda y fea, tiene un negocio, un comercio con el esposo. Si la
vez no la conocerás, ella no es la misma, tiene un chorriero de hijos. No tenia
caso preguntarle nada, aquello fue una obsesión enfermiza de negación
tremenda.
Década del 90. Viajes de placer,
viajes laborables, mudanzas, cambios de habitación. La vida continúa para aquel
señor ya no tan joven.
La amare por
siempre….
El nuevo siglo llego. Nunca dejó
de pensar en ella. La recuerda como en aquella época, radiante, alegre,
enamorada. La buscó por todos los medios, visitó varias ciudades, preguntó a
todo el que veía. La juventud se fue, allí sigue su casa, su hermano mayor
fallecido, de los demás no se supo mas. En el ayer quedaron los recuerdos. Aun
viejo, la quiere y después de muerto la seguirá queriendo. Si en vida no la vuelve a ver, en
el cielo la seguirá buscando.
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