jueves, 7 de marzo de 2013

EL PEZ Y EL RIO





En un rio de aguas cristalinas donde las aguas corren un tramo sereno y entre rocas otro tramo turbulento, nadan los peces de distintos tamaños. Pequeños, medianos, grandes, gordos, delgados, todos se desplazan libremente por las bondadosas aguas que nos da la naturaleza, pura y saludable, fría y cristalina,  impresionante e inmensas corrientes que causan  grandes sentimientos  que nos hacen reflexionar y meditar sobre la grandeza de este planeta tierra. El rio te invita a nadar en sus aguas con solo mirarlo, es una delicia codiciada por todos los seres, sus causes, rocas, la vegetación inmensa que bordea sus orillas, arboles inmensos de gran altura. Hermosa naturaleza que nos brinda el creador.



Un canto lejano, constante y profundo llega a nuestros oídos producidos por aquellas corrientes de aguas  cristalinas que nos dejan ver aquella variedad de peces que se mueven ágilmente dentro de aquel torrente indomable.
A lo lejos un joven pez, fornido, lleno de vida, parecía cantar y expresar el valor inmensurable que para el representaba aquel gran rio, la nostalgia que le causaba el tener que dejar aquella inmensa naturaleza prodigiosa que le daba tantas satisfacciones y parecía que le pedía al rio repetidas veces que nunca lo olvidara, que el lo quería con todo frenesí hasta la locura., que era irresistible para el la vida sin sus aguas cristalinas hasta llegar a dar la vida, toda su sangre por mantenerse siempre dentro de su inmensidad. No volvería jamás a morder el anzuelo que una vez casi lo deja sin vida.
Hecho ya un grande e inmenso pez, quizás el más grande pez  de aquel grandioso rio, tan grande creció que a veces parecía que el rio se le hacía pequeño cuando surcaba algunos tramos rocosos y se deleitaba enormemente cuando llegaba a los pozos de agua más abiertos y grandes que aquel rio poseía en su cauce. Y por donde transitaban también peces de distintos tamaños  y edades  que parecían orgullosos de navegar al lado de aquel  pez grande.
Una tarde de primavera, cuando todo parecía en calma, un dia hermoso, cuando todos los peces nadaban libremente por las cristalinas aguas de aquel rio, chapoteando con sus aletas alegremente en el peregrinar de su trayectoria se observo  algo increíble:.
Un gran pez, quizás el más grande pez jamás visto en aquel tramo del rio se retorcía y agonizaba en un lugar pequeño, delgado y poco profundo del rio. Parecía que el rio se le había hecho pequeño y no podía tomar de sus aguas cristalinas suficiente cantidad para sobrevivir. Pero no era cierto, a su alrededor tropezaban y lo empujaban los pequeños y medianos peces como tratando de llevarlo al pozo de agua que se encontraba a escasos metros del sitio. Y asi fue. Una vez en el pozo, ancho y profundo el pez continuaba con sus contorciones y desesperado abría la boca para tomar el agua que necesitaba para respirar…..pero no podía succionarla y en su esfuerzo emitía grandes sonidos de desesperación que impresionaban a todo el que observaba aquella escena grotesca e increíble de ver los esfuerzos inútiles de aquel pez, que aun disponiendo de todas las bondades que la naturaleza le ofrecía  y le dio durante toda su vida ahora perecía que irremediablemente ella no podía salvar al más grande pez que habían producido sus entrañas, de aquella tragedia



Ese gran pez, con toda su inmensa fuerza, sus grandes dotes, que en sus días más fructíferos quizás se engulló gran cantidad de peces pequeños  de su especie y de otras especies, que nado libremente por las aguas cristalinas más hermosas del planeta y las disfruto plenamente a todas sus anchas, había llegado a su fin. Le llego la hora, le llego su sábado. Lo atrapó el anzuelo de la muerte. Peces de su misma especie y de otras especies y las pirañas del rio lo morderán, devoraran  y se lo comerán en su estado inerte, llevándoselo, acompañándolo hasta dejar solo su esqueleto vagando por el inmenso rio a merced de las turbulentas aguas cristalinas de aquel inmenso rio. Llego a su fin, sin que otras especies del planeta lo lograran pescar para sus aposentos y grandes banquetes. Murió de muerte natural aunque en su plenitud de condiciones y a una edad temprana. Se lo llevó el espíritu de quien lo trajo. Se lo llevó el espíritu de quien ultrajó. Se lo llevó la maldición de un pueblo sagrado. Se lo llevó la pelona. Se lo llevó su lengua. Se lo llevaron sus enemigos. Se lo llevaron los muertos en su haber.
Allá en el cielo (o en el infierno)  se escucha una revolución que cantan los que se han ido. Aquí no se pudieron lograr los objetivos, quizás allá, los esqueletos o espíritus  logren al fin obtenerlos. Está por verse en el mañana las cosechas de a 10,50 y 100 por ciento  de las semillas que se sembraron.
(Siempre será a la manera de DIOS y no a la nuestra.)

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