La administración Chávez comenzó alejando los principios cristianos de los planteles. Utilizando burdos mecanismos ha tratado de sacar a Dios del hecho educativo, queriendo olímpicamente sustituir los hermosos principios de quien tiene su aposento espiritual en los confines del universo. Prefieren las bravatas de sus héroes que vomitan sobre los cuerpos inertes de inocentes, que cayeron tras sus ráfagas de mentiras bien edulcoradas. Ambicionan crear una historia oficial donde los grandes visionarios sean aquellos que se expresan con la violencia, no existe en la estrategia pedagógica revolucionaria un reconocimiento a todos aquellos civiles que nos han legado una patria democrática. Hombres y mujeres que no se creyeron dioses sino que usando los principios democráticos, dieron rienda suelta a su capacidad para mostrarnos un camino por donde marchara un país con ansias de permanecer en el tiempo. Ahora los textos formativos giran en torno a este tranvía de resentidos, que han asaltado nuestros recursos económicos para construir este rígido sistema de trampas y supercherías. Detrás de todo está la exaltación de Hugo Chávez como adalid de la pandilla de boliburgueses. Buscan que este proceso sea ejemplo para los niños, que sus criterios sean absorbidos por esos tiernos cerebros que buscan respuestas. Allí justamente radica el peligro de esta acción suicida. Analice todo lo que ocurre en esta Venezuela secuestrada. Los medios sometidos al imperio del régimen, toda una red de espacios informativos destruyendo a personalidades y expeliendo mentiras.
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